SIN REMORDIMIENTOS
Por
la fe Moisés, ya adulto, (…) consideró que el oprobio por causa de Mesías era
una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en
la recompensa. (Hebreos 11:24,26)
Aquel
grupo de oración que William Borden había iniciado en 1905 no solo transformó el campus de la Universidad de Yale, sino que sus efectos se sintieron más allá
de sus límites. William se apercibió de que en los alrededores de la
Universidad de Yale, en la ciudad de New Haven Connecticut, había muchas
viudas, huérfanos y lisiados. Preocupado por aquella situación, fundí una
organización llamada Yale Hope Mission cuyo propósito era rescatar y rehabilitar
a estas personas. Uno de sus amigos comenta que a menudo se lo podía encontrar
en la noche en las calles de los barrios pobres de la ciudad llevando a una
persona necesitada a un restaurante o a un asilo barato tratando de
rehabilitarla y enseñarle de Jesús.
William
se convirtió en un estudiante prominente. Fue presidente de la enorme
organización de estudiantes misioneros y además sirvió como presidente de la
sociedad honorífica Phi Beta Kappa. Cuando se graduó, rechazó ofertas de
trabajo con sueldos muy elevados porque había decidido llevar el evangelio al
pueblo musulmán Kansu, en China. En ese tiempo escribió en la parte trasera de
su Biblia “Sin retroceder”.
Con
el fin de prepararse como misionero, William ingresó al seminario teológico de
la Universidad de Princeton y, al finalizar sus estudios, zarpó hacia Egipto
para aprender árabe, puesto que habría de trabajar entre los musulmanes en
China. Mientras se encontraba e Egipto, enfermó de meningitis. Un mes después,
a los 25 años murió.
Casi
todos los periódicos de Estados Unidos se hicieron eco de la noticia de su
muerte. William Borden no solo había renunciado a su riqueza sino a sí mismo.
¿Fue su muerte un desperdicio? ¿ Será que al considerar su vida debamos pensar
que hubiera sido mejor para el no haber tomado la decisión de ser misionero? Si
piensas con cuidado notarás que la única vida que se desperdicia es la vida que
se dedica al servicio de uno mismo. La vida dedicada al servicio de otros nunca
es estéril o inútil y siempre será una vida plena.
Despues
de su muerte, los familiaresy amigos de William pudieron leer en la
contracubierta de su Biblia las últimas palabras que había escrito: “Sin
remordimientos”. La grandeza de un cristiano no se mide por sus logros
alcanzados o por su fuerza, sino por servicio incondicional a favor de los
demás.
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H.
Cortez
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